UN CHOCOLATE MUY ESPECIAL
-¡Mami!, ¡Mami! hoy llegó una niña nueva a la escuela.
-Qué bien cariño, ¿jugaste con ella?
-No mami, la mordí.
-¿La mordiste? Pero, ¿Por qué lo hiciste? la niña nueva estará muy triste.
-Mami yo quería probarla.
-¿Probarla?
-Si mami, la niña nueva es de chocolate y otros niños la llamaron negra.
-¿De chocolate?, ¿negra? o cariño ya entiendo. Ven, acércate, siéntate junto
a mi, quiero contarte una historia. Hace muchos años en un país muy lejano,
existía una pequeña aldea, en la que sus habitantes vivían muy tristes, porque
el sol cada día brillaba tan fuerte que sólo les quedaba la noche para poder
salir fuera de sus casas. Los niños no podían ir a la escuela, los papás no
podían ir al trabajo.
-Pero mami, hoy también brillaba el sol fuerte, y pudimos ir a la escuela.
-Tienes razón cariño, Pero en aquella aldea, además de brillar muy fuerte el
sol, brillaba tanto que los campos estaban sin flores, los ríos se secaban y
sus rayos tocaban en la piel de los aldeanos, les produjo unas quemaduras
terribles, entonces un día una niña pequeña, como tú, le dijo a su mamá: -Mami
esta noche buscaré al señor sol, y le pediré por favor que deje de quemar
nuestros campos, de secar nuestros ríos y de dañar nuestra piel, él no me dará
miedo, la noche me protegerá y yo me cubriré muy bien-. La niña subió despacito
una gran montaña, esperando sin miedo a que el señor sol apareciera en el
horizonte. -Señor sol, señor sol -¿Quién me ha despertado? aún no ha amanecido.
La voz del señor sol era un poco ronca, pero la niña no se asustó y continuó
llamándolo. -Señor sol, señor sol, por favor deje de quemar a mi pueblo.
Entonces, el señor sol abrió sus brillantes y grandes ojos, sorprendiéndose al
ver a la niña envuelta en telas de muchos colores despertando tan temprano. -
¿Qué haces aquí pequeña? ¿Por qué llevas esas telas? apenas puedo verte, ¿no
tendrías que estar en la escuela? Entonces la niña le explicó con todo detalle
el motivo de su visita. -Si me quito estas telas quemarás mi piel clara y me
dolerá mucho. El señor sol se quedó muy pensativo y transcurridos unos minutos,
a los que la niña espero pacientemente, el dijo: -Muy valiente y tienes un gran
corazón, porque no sólo has venido por ti, así que voy hacerte un regalo. Buscó
en un bolsillo y sacó de él unos bolsitos que entregó a la niña, diciéndole:
-Mira dentro de estos saquitos, hay unos escudos mágicos que protegerán tu piel
y a todos los habitantes de tu aldea, tu piel se oscurecerá y estará protegida
de mis fuertes rayos. Para tus campos y tus ríos, mandaré a mis amigas las
nubes para que preparen las estaciones de las lluvias y no se olviden de tu
aldea. La pequeña agradeció al sol todos sus regalos y marchó rápido hacia la
aldea. Al día siguiente todos los habitantes de la aldea ya habían puesto sobre
su piel los pequeños escudos mágicos que los protegerían de los fuertes rayos
solares, sus pieles se oscurecieron y estaban radiantes y la aldea volvió a la
normalidad.
-Entonces, ¿mi amiguita viene de un país lejano?
-Cariño, sus abuelitos o sus antepasados vinieron de lugares donde el señor
sol quemaba mucho y su piel se oscurece para protegerles, por eso tu pensabas
que tu amiguita era de chocolate.
-Gracias mami, mañana le daré muchos besitos a mi nueva amiga, le pediré
perdón y jugaremos juntas.
Autora: Eva María Riber Herráez
LA MAGIA ESTÁ EN LA SOLIDARIDAD
Había una vez... hace mucho tiempo, una hormiga. Un día que andaba de paseo
por el campo quedó atrapada por una fuerte lluvia.
-¡Qué fuerte aguacero!, ¿Dónde podré esconderme?- dijo la hormiga
La hormiga divisó una hermosa seta y se metió debajo esperando que dejara de
llover, pero la lluvia era cada vez más fuerte. Al poco rato llegó una mariposa
con sus alitas tan mojadas, que ya no podía volar, se arrastró hasta la seta y
dijo:
-Hormiguita, hormiguita, déjame entrar para cobijarme bajo la seta, estoy
toda mojada, tengo frío y no puedo volar.
La hormiga le contesto:
-El espacio es muy pequeño, pero no importa estaremos muy apretadas pero en
buena armonía.
La mariposa y la hormiga se cobijaron bajo la seta, mientras seguía
lloviendo más y más. Al poco rato llegó un pequeño ratón corriendo y les dijo:
-Déjenme entrar debajo de la seta, estoy todo empapado.
La hormiga y la mariposa le contestaron:
-Bueno, casi no hay espacio, pero no importa nos apretaremos para que tu
quepas.
La lluvia era cada vez más fuerte, parecía que no iba a cesar nunca. Y en
eso llegó una paloma mojada y temblorosa, suplicando:
-Por favor déjenme entrar debajo de la seta, todas mis plumas están mojadas
y mis alas cansadas.
El ratón le dijo que ya no había espacio y la palomita pidió que se apretaran un poquito y todos estuvieron de acuerdo.
El ratón le dijo que ya no había espacio y la palomita pidió que se apretaran un poquito y todos estuvieron de acuerdo.
En eso, llegó una liebre corriendo que gritaba:
-Escóndanme que me persigue la zorra.
Y todos los animales dijeron:
-Pobre liebre, vamos apretarnos un poquito más y así lograron ocultar a la
liebre.
Acababan de esconder a la liebre cuando llegó corriendo la zorra. Y
husmeando enfurecida dijo:
-¿Han visto ustedes a la liebre? ¿seguro qué no está escondida aquí?. Y la
mariposa contestó:
-¿Cómo podríamos esconderla aquí si casi no hay espacio?
Así que la zorra miró a su alrededor y se fue corriendo.
Por fin dejó de llover y el sol volvió a brillar en el cielo radiante. Todos
los animales salieron muy contentos de debajo de la seta. Extrañada la hormiga
exclamo:
-¿Cómo es posible? apenas cabía yo solita debajo de la seta y luego resulta
que había sitio para todos. En eso, una rana que había visto todo desde una
piedra, se acercó a los animalitos y a la seta y les dijo croando:
-Amigos, no se dan cuenta que la magia está en la solidaridad, cuando nos
ayudamos todo se resuelve.
(De "Menudos peques")
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