Después
de todo ¡Es Navidad!
Cuento
de Navidad
La casa había estado vacía y
silenciosa largas horas, por lo que, Baguette; el cachorrito de la familia, se
encontraba profundamente dormido enroscado en su sillón favorito, a ratos
roncando a ratos lanzando gruñiditos; cuando, de repente, el ruido en la
cerradura lo despertó de su profundo sueño haciéndolo caer de cabeza, quedando
momentáneamente aturdido.
– ¡Mira
qué lindo pino hemos traído Baguette!-dijo Beca, la pequeña que lo había
recogido de las calles una lluviosa tarde de otoño-
El cachorrito se sacudió y
corrió a todo lo que le daban sus cuatro patitas para inspeccionar
meticulosamente el inmenso árbol que la familia logró meter por la puerta con
tanto esfuerzo.
Las suaves y fragantes ramitas le
hacían cosquillas, pero aún así el perrito trató de mordisquearlas; por lo que
Beca de inmediato le reprendió diciendo: ”¡Baguette malo! ¡El árbol de Navidad
no se muerde, ni se maltrata!”
El animalito jamás había
escuchado aquella palabra “Navidad” ¿qué quería decir? No lo sabía, pero sonaba
linda, era una palabra dulce y tierna, una palabra que se le queda a uno en la
boca como un caramelo, o como un poema… Navidad… sonaba a magia y alegría…
¿pero qué era Navidad? …
Entonces el perrito notó que toda
la familia corrió escaleras arriba y claro, él, intrigado, los siguió.
La abuela Beba abrió el enorme
baúl que descansaba a los pies de su cama y de ahí sacó una gran estrella de
cristal cuidadosamente envuelta en un suave paño.
Bruno, el hermano mayor, sacó del
ático varias cajitas que contenían coloridas esferas, algunas rociadas con
brillante escarcha, otras decoradas con flores de nochebuena y algunas otras
con un pequeño listón que completaba su belleza.
Beca y Varun, su padre, traían en
brazos cientos de coloridos foquitos que comenzaron a enredar alrededor del
árbol al tiempo que Brida, la mamá. Horneaba decenas de galletitas con forma de
muñecos de nieve, pinos, estrellas y hombrecitos de jengibre.
La casa entera que momentos atrás estaba tan
callada, ahora resonaba con risas y bromas mientras la fragancia del pino se
mezclaba con la de la vainilla y azúcar que salía del horno, y el viento
invernal golpeaba rítmicamente las ventanas como queriendo entrar y avivar el
calor de la chimenea.
En un par de horas el árbol había quedado
hermosamente vestido, y, coronando su belleza se encontraba la estrella de la abuelita
que Beca había colocado cariñosamente mientras su padre la alzaba en hombros,
acto seguido, cada miembro de la familia puso bajo las ramas los regalos que
habían comprado, incluso había una cajita que decía: ”para nuestro Baguette con
mucho cariño”.
Al ver eso, el cachorro quiso
abrir la cajita, pero Beca lo tomó en sus brazos y haciéndole cosquillas en la
barriga dijo: “no cachorrito, los regalos se abren hasta mañana, cuando sea
Navidad”.
¡Otra vez aquella palabra! ¿Por qué era especial?
¿Qué quería decir? ¿Acaso significaba regalos, galletas y fragancias dulces?
¿Significaba adornos coloridos y platillos especiales en la mesa? ¿Navidad era
foquitos brillantes por doquier y canciones alegres? … Baguette no lo
comprendía, y hubiera dado cualquier cosa porque la niña pudiera entender sus
ladriditos y gruñidos que no eran otra cosa que sus ansiosas preguntas.
Aquella noche la familia se reunió en torno de la
mesa que había sido vestida elegantemente con un largo mantel tan rojo como las
cerezas que adornaban los fragantes postres y velas altas y largas alumbraban
cálidamente las copas en las cuales descansaba la burbujeante sidra.
– Gracias-decía papá Varun-por
esta hermosa velada, por mi adorable esposa y mis hijos y por la abuelita.
– Gracias-dijo mamá Brida-por
otro año juntos, por el amor de mi familia…y… gracias porque esta vez no se me
quemó el pavo.
– Gracias-comenzó Bruno, el
hermano-por mi hermanita que siempre me hace reír, por mi familia y por
nuestros sueños.
– Gracias-dijo conmovida la
abuela Beba-por ser tan afortunada en compartir otra Navidad con mis seres
queridos.
– Gracias-decía emocionada la
pequeña Beca-por todo eso, por mi hermoso árbol, por las galletas de mamá,
gracias por la Navidad ¡y gracias por Baguette!
– ¿Y tú Baguette?-interrogó la
niña mirando al perrito-¿por qué vas a dar gracias?
Pero el cachorro no podía poner
atención a ninguna otra cosa que no fuera el enorme pavo que descansaba en el
centro de la mesa y que provocaba que se le hiciera agua la boca.
– ¿Papá?-decía la niña-
¿podemos…?
Así que la pequeña le sirvió a
Baguette un gran trozo de pavo en su platito y todos cenaron y charlaron muy
contentos hasta el filo de la medianoche cuando se retiraron a dormir, no sin
que antes Beca dejara en una charolita un montoncito de galletas y un vaso con
leche cerca del árbol; por lo que el perrito de inmediato corrió hacia ellas
siendo detenido en el acto por Bruno, que le dijo :”no Baguette, estas galletas
no son para ti, son para papa Noel, para que coma algo cuando venga a
visitarnos” y se llevó al cachorrito escaleras arriba depositándolo suavemente
en su cama.
Luego de intentar por largo rato conciliar el
sueño; Baguette decidió salir de la cama y dando sigilosos saltitos bajó las
escaleras; toda la habitación se veía suavemente iluminada por las
hipnotizantes luces del árbol… ¡qué alto y que grande era! ¡Y qué lindo se
veía! Baguette se quedó mirando extasiado el pino y por fin se acercó y notó su
reflejo en una de las esferas, se veía gracioso, y quiso morderla igual que
mordía su pelota, pero entonces algo inesperado ocurrió ¡Baguette se hizo
pequeñito! ¡Más pequeño que la esfera! ¡Y al tocarla con su húmeda nariz se
metió dentro de ella! el cachorrito sintió que caía y caía pero al cabo de unos
segundos aterrizó en algo enorme y muy suave… y rojo.
– Jojojo-se escuchaba- ¡por mis
rizadas barbas! ¿Quién eres tú amiguito? ¿y por qué has caído sobre mi barriga?
-aquel personaje de blancas barbas y traje rojo no era otro que el mismísimo
papá Noel-
– Me llamo Baguette-ladró el
perrito-
– ¿Baguette?-dijo intrigado papá
Noel-¿y qué haces aquí hoy? ¿No sabes que es Navidad y es la noche más ocupada
de todas para mí? Hoy no hay tiempo para atender visitantes.
– ¿Acaso tú me entiendes?
– ¡Jo jo jo pero claro que te
entiendo! ¡Yo soy papá Noel y entiendo el lenguaje de los animalitos, los insectos,
los humanos y hasta las plantas! ¡jo jo jo! Pero ahora debes regresar a casa cachorro.
Entonces papá Noel sacó una
campanita dorada de su bolsillo y la hizo repicar tres veces, y como acto de
magia apareció Bombón, uno de sus duendecillos ayudantes.
– Bombón hazme el favor de llevar
a este perrito de regreso a su casa.
– ¡En el acto!
– ¡No! -ladraba con toda su
fuerza Baguette-mientras corría como loco de arriba a abajo, de izquierda a derecha y en círculos hasta que
se mareó y chocó contra el inmenso pino que adornaba el pueblecito de papá Noel
haciendo que con el golpe se cayera la brillante estrella que alumbraba la
punta y quebrándose en mil pedacitos-
– ¡Cosa más rara!-decía Bombón-
¡jamás en mi vida había visto un cachorro tan travieso!
– ¡Jo jo jo! ¡Ahora recuerdo! Tú
eres el cachorrito que recogió Beca y si la memoria no me falla te comiste sus
libros del colegio, dejaste sin calcetines a toda la familia, mordisqueaste el
bastón de la abuela, no te dejas bañar, le ladras hasta a las hormigas, te
robaste una galleta de la mesa cuando nadie te veía y… haces muy feliz a toda
tu familia ¡jo jo jo!
– Lo siento-decía el perrito-no
es mi intención ser así… Beca dice que no soy travieso, que sólo soy demasiado entusiasta…
simplemente no lo puedo evitar, lamento haber roto tu estrella, pero si me
acompañas a mi casa quizá la abuela tenga otra para ti en su baúl.
– ¡Jo jo jo! La estrella no me
preocupa pequeño, Bombón lo arreglará en un santiamén… pero ¿por qué no quieres
ir a casa?
– Bueno… ya que estoy aquí
quisiera que me respondieras algo muy importante primero.
– ¡No, no, no!-refunfuñó Bombón
mientras subía una larga escalera con otra estrella en las manitas-¡papá Noel
no puede responder preguntas hoy! ¿Qué no sabes que mañana es Navidad?
– ¡eso! Yo no sé qué es Navidad.
– ¡Jo jo jo! No seas gruñón
Bombón, siempre hay tiempo para responder ésa pregunta, después de todo ¡es
Navidad jo jo jo! Verás pequeño-comenzó papá Noel mientras decenas de
duendecitos acomodaban inmensas cantidades de regalos en su trineo y otros
tantos alistaban a los enormes renos- hace muchos, muchos, muchos años, en una
fría noche invernal una mujer dio a luz a un hermoso bebé en un humilde
pesebre; aquél bebé era sumamente especial, era el niño Dios, aquel que vino a
alumbrarnos con su amor y a darnos a todos y cada uno de nosotros una nueva
oportunidad de vivir en paz y armonía y cada año desde entonces lo recordamos
en esta fecha, Navidad, que quiere decir nacimiento, y así celebramos el
nacimiento del niño Dios con suma alegría, regalos y en la compañía de nuestros
seres queridos.
Después de escuchar aquella historia Baguette se
puso triste, bajó sus orejitas y desenroscó su colita mientras suspiraba
hondamente.
– ¿Y ahora qué te pasa?-decía
intrigado papá Noel-
– Es que-sollozaba Baguette-mi
familia ha sido muy buena conmigo, aunque soy travieso, hasta me compraron un
regalo… y yo… yo no tengo nada que darles.
– ¡Jo jo jo! Pero la Navidad no
se trata de regalos y fiestas, ni canciones y dulces, además el mejor regalo
que puedes darles es tu cariño, yo he visto como acompañas a la abuela cuando
está enferma en cama y como te preocupas cuando ya es muy tarde y papá Varun
aún no llega de trabajar y como recibes con tanta alegría a Beca y Bruno cuando
llegan del colegio, y como los haces reír e incluso ayudas a mamá Brida a hacer
hoyos en el jardín para que plante ésas rosas que tanto le gustan. El mejor
regalo de todos Baguette, no se puede comprar, el cariño es más valioso que
cualquier otra cosa, ahora sube a mi trineo para llevarte a casa, con tu
familia, donde perteneces.
Y, así, papá Noel y Baguette se enfilaron hacia
el cielo y cuando llegaron a su casa papá Noel dejó al cachorro y regalos para
todos, incluso uno de parte de Baguette.
– ¿Y qué regalo es ése papá Noel?
– ¡Jo jo jo! Uno muy importante
perrito ¡calcetines nuevos para todos! ¡jo jo jo! Ahora regresa a tu camita.
– ¡Pero papá Noel! ¡Se te olvidan
tus galletas!
– ¡Jo jo jo es cierto!-mientras
papá Noel bebía la leche, Baguette miraba el plato de galletas con suma
atención-
– ¿Me das una?
– ¡Jo jo jo! Por qué no, después
de todo ¡es Navidad! ¡Jo jo jo!
Cuando terminaron de comer, papá Noel subió a su
trineo diciendo:¡Feliz Navidad! ¡Y paz en la tierra a los hombres… y cachorros
de buena voluntad! ¡Jo jo jo! ¡Feliz Navidad!
A la mañana siguiente, cuando la familia bajó
para abrir sus regalos notaron a Baguette profundamente dormido bajo el árbol
al lado de una esfera rota, trocitos de galletas y una caja llena de
calcetines… ¡sin mordisquear!
– ¿Y ésos calcetines?-preguntaba
papá Varun-
– ¡Seguro es el regalo de
Baguette!-dijeron todos-mientras abrazaban a su cahorro travieso y él los
llenaba de húmedos y escurridizos besos.
Elizabeth Segoviano.
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